lunes, 17 de mayo de 2010

TODA UNA PRINCESA

En los 70 el sumun de la sofisticación en juguetes, consistía en contar con una Nancy y al menos cuatro de sus mudas más espectaculares, una cocinita con deposito de agua y muchos pliegos de recortables, que junto a los libros de Enid Blyton constituían mi autentica debilidad, recuerdo que podía pasar horas vistiendo y desvistiendo a mis muñecas de papel a las que bautizaba con nombres tan “castizos” como: Verónica, Virginia o Marylin...

Como la autentica consentida que fui, mi Nancy poseía un guardarropa digno de Victoria Beckham, con abrigo de leopardo y botas de cuero incluidas, pasando por un fastuoso traje de blancanieves y otro de primera comunión que solo compartía con mis más intimas amigas en contadas ocasiones, no fuera a ser que se echaran a perder.
En el 2008 las cosas son tremendamente distintas y me divierto muchísimo observando a las compañeras de Maksim. Casi todas atraviesan inexorablemente un periodo rosa, igual que Picasso, donde todo todito todo es de ese color, su ropa, sus zapatillas, sus ganchos y gomas de pelo, sus mochilas, si me apuras hasta sus bragas deben ir del rosa claro al fucsia sin mayor posibilidad de paleta cromática. Con la etapa rosa suele aparecer el estilo princesa, adoran las imágenes de blancanieves y cenicienta y se pirran por los trajes ampulosos de los dibujos de Disney, nada que ver con Leticia Ortiz ( ay perdón con z)... cuanto más ancho, barroco y ultra decorado sea el modelito más fantástico les parece. Lo del “Less is more” de Mies Van Der Rohe no va con ellas. Los complementos se extienden desde zapatos con lazos a varitas mágicas doradas pasando por fastuosas diademas con “piedras preciosas”.
Os juro que es sensacional verlas jugar y escuchar como se van a casar con príncipes, reyes o hasta emperadores y flipante comprobar con que soltura controlan los títulos nobiliarios recién cumplidos los cinco años.
Una de mis princesas favoritas se llama Marta, zalamera, testaruda y adorable a partes iguales, ilumina todo a su paso. Cuenta con una sonrisa picara, que romperá corazones dentro de unos años y es una diosa absoluta del glamour que tiene a su madre ojiplatica con peticiones que abarcan desde sandalias de tacón plateadas, a trajes de gran gala...
Dolores, una de mis máaaaaas queridas amigas, que podría ejercer de mano derecha de Arzak o Adriá con total confianza, no sale de su asombro con la hija megaestrella que el destino le ha puesto delante, más que nada porque a ella esto del momento princesa le queda un poco lejos y sus aficiones no van por esos derroteros.
La otra tarde buscaba para Marta un adecuado regalo de cumple y terminé encontrando un cuento delicioso, se llama la mejor familia del mundo y en el una niña de cuatro años, sueña en su orfanato con la familia que al día siguiente va a adoptarla, la Marta del cuento pide padres pasteleros, piratas o funambulistas, lógicamente para buscar tesoros y comer pasteles, pero al final encuentra una madre funcionaria, un padre agente de seguros, una abuela con dos gatos bailarines y una hermano paciente... y comprende que esos son, con diferencia, los mejores.
La Marta real, ucraniana de pura cepa, comparte la misma suerte y la mejor familia del mundo – que, sin duda es la suya -, la que le está dando la seguridad y confianza suficiente para terminar convertida en una autentica princesa.
A Dolores, la reina madre, una de mis madres favoritas, dulce, firme y paciente.

Y a todas las princesas de 5, 10, 20, 30, 40, 50... a los príncipes que hemos conocido y a los que todavía están por llegar

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