lunes, 17 de mayo de 2010

El reino de Antonia

Si pasáis por el centro cerca de FNAC dedicarle cinco minutos a la exposición que tienen en la sala pequeña junto a la cafetería, la protagonista es Antonia, una mujer de mediana edad, bajita y pizpireta, con unos ojos preciosos llenos de vida. Antonia trabaja como portera en el edificio donde trabajo, siempre en marcha, limpiando, repartiendo correo, charlando, incluso dándole un vistazo a las revistas del corazón que a que engañarnos son su auténtica debilidad. Es una mujer curiosa, despierta que gracias a los periódicos gratuitos que reparten por el centro, igual te habla de la ley de dependencia como de lo bueno que esta el último ex novio de la Obregón (en esto último, la verdad es que coincidimos plenamente).
Hace un par de meses FNAC que tiene sus oficinas en este edificio decidió realizar una exposición por su décimo aniversario, mandó una carta cariñosa a todos los vecinos diciendo que les gustaría realizar un reportaje fotográfico de la finca, de las viviendas, sus habitantes... Nadie respondió, nadie quiso posar para el reputado fotógrafo, ni abrir su casa, ni mostrar su intimidad, sus recuerdos... No me preguntéis porque lo rechazaron, serán rarezas de casa burguesa.
Solo Antonia dijo si y los organizadores ni cortos ni perezosos siguieron adelante y el fotógrafo la retrató saltando en la azotea con la torre de San Agustín tras ella como un decorado real, encontró belleza en sus útiles de limpieza, en sus charlas con las ancianas solitarias del noveno, en las estampitas de cientos de vírgenes que colecciona en el cuarto de calderas...
Y describió el edificio como un reino y a ella como su guardiana siempre pendiente de que todo funcione con la puntualidad de un reloj suizo.
A la inauguración tampoco acudió ningún vecino, le entregaron un bonito ramo de flores y le dieron un vino de honor, ella previsiblemente  no paró de llorar durante todo el acto. Al día siguiente le dije lo preciosas que eran las fotografiás, lo guapa que estaba, esa sonrisa tan enorme, lo importante que era recibir algo así, un autentico regalo de la vida...

- “Antonia que esto es algo muy grande, esto no lo tiene casi nadie en el mundo, esto ni la Obregón...”

- “Ya lo sé hija me dijo con los ojillos brillantes y echando una mirada al ramo de flores todavía fresco y además ahora me van a llevar a París”.

Bien por Antonia y por las sorpresas de la vida, que están ahí acechando y de vez en cuando asoman.

No hay comentarios:

Publicar un comentario