domingo, 28 de febrero de 2010

LA SECTA DE LAS MARISAS

A veces la vida se vuelve fea y enseña su cara de bruja de cuento, tu vocabulario diario se llena de palabras como drenaje, sonda, tumoración borderline o biopsia extracorporea. Son épocas en que tu autonomía queda limitada, y desplazarte hasta el water para mear se convierte en un hecho heroico o donde tirarte pedos les parece a los médicos un hecho tremendamente destacado y no te cuento si consigues cagar…

En esos momentos en los que sobrevivir ocupa todos tus esfuerzos, ayudan tu familia y tus amigos, la energía y la fuerza que seas capaz de exprimir de tu cuerpo exhausto en plan limón. Todos sabéis que estoy saliendo de eso, pero no sabéis que yo he contado con algo más, como una ayuda extra más o menos, he sido afortunada dentro del desastre porque yo conozco y desde ya pertenezco, a la secta de las Marisas.

Marisa G. y Marisa C. son amigas mías desde hace 20 años, las dos son buenas, cercanas, creativas y tienen un sentido del humor capaz de iluminar la noche más oscura. He disfrutado con todo lo bueno que les ha traído la vida pero ignoraba que contaban con una secta y mucho menos que me querían lo bastante para introducirme en ella.

Su secta tiene miembros de todas las profesiones, desde pintores a profesoras de yoga, y si alguno de ellos te puede echar una mano, ten por seguro que lo hará, simplemente porque eres amigo de una u otra Marisa y porque necesitas ayuda. Así fue mi bautizo en la Secta, al otro lado del camino estaba Beti.

Una mujer alta y esbelta con ojos enormes y aire resuelto, que me enseñó a moverme por el hospital, de piso en piso, pasarela arriba y abajo y consiguió arrancarme sonrisas pese al terror que me comía por dentro, con naturalidad, como si me conociera de hace un millón de años, contándome como le iban sus fiestas de singles o sus clases de yoga, me inundó de confianza y yo me dejé caer en sus manos, mientras ella se batía el cobre con la burocracia.

Beti recorrió en mi nombre el departamento de Ginecología del Hospital, buscó la cita más urgente, pidió turno para el TAC, habló con enfermeras y médicos, vino a verme dos o tres veces cada día mientras duró mi ingreso para pasar el parte matutino a las Jefas supremas, diciendo a todo médico que hubiese en los alrededores que la chica de la 739 B era su amiga y sé que, si por desgracia el camino continúa, va a seguir a mi lado. Todo por que es una militante convencida de la Secta.

Quizá tan solo es amistad…

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