jueves, 22 de marzo de 2012

PRESBICIA O METONIMIA

Desde pequeña presencié como cada verano, las cuatro hermanas Ecarri preparaban las maletas y ponían rumbo a Londres. Su padre D. Joaquín, que nunca se manejó con los idiomas, no estaba dispuesto a que les ocurriera lo mismo a sus chicas, así que localizó una residencia gestionada por una señora de Zaragoza, que las recibía cada primero de Julio con los brazos abiertos. Las Ecarri volvían a finales de Agosto llenas de novedades, entregadas a los Stones, Portobello road, las minifaldas, los gurús hindues y las botas altas de plexiglás. Su regreso se celebraba en el pueblo, por lo coloridas que resultaban. Aun recuerdo su espectacular entrada en la piscina municipal, con aquellas túnicas floreadas y sus turbantes, imitados hasta la saciedad en toda la comarca. Pero esta es otra historia, que como siempre me disperso y luego los post me quedan infinitos.
Iciar Ecarri la mayor, era para mí la más divina de las cuatro, fusionaba el estilo Hepburn como nadie, de Katherine el cuerpo atlético y la melena pelirroja y de Audrey la mirada lánguida y su afición a recorrer el pueblo en una vespa azul celeste que me robaba el corazón. Casi siempre llevaba una camiseta de cuello alto, con la imagen de Mike Jagger, que le sentaba de muerte.
En casa de las Ecarri los líos con la ropa resultaban antológicos, los pantalones, sombreros y faldas circulaban sin orden ni concierto, como todas gastaban una  38, la ropa fluía como si fuera la CEE, no se conocían fronteras. No es extraño que en ese revoltijo, la camiseta favorita de Iciar nunca apareciera y ella recorriera el caserón dando voces:

- “¿¿¿¿Dónde demonios está mi Jagger??????”

Lola la señora que ayudaba en casa, se volvía loca intentando organizar los montones de objetos que sembraban la vida de las hermanas, desde zapatos de plataforma a pestañas postizas.
- “Lola ¿¿¿has visto mi Jagger???” gritaba Iciar desde lo alto de la escalera, cada mañana.
Lola tenía pluriempleo (recordad, andamos por 1972) y por las tardes era la peluquera de medio pueblo, por lo que difundía entre las vecinas cada anécdota de las hermanas. “Que si hablan en inglés todo el rato, que si saben tanto, porque viajan mucho, que si tienen un novio escocés…”.
Al regreso de uno de los viajes, las hermanas trajeron como regalo para Lola, una camiseta de cuello alto que aquella misma tarde estrenó para abrir la peluquería. Las vecinas le comentaron lo bien que le sentaba y Lola agradecida, `comentó con soltura:

- “Es un jagger me lo han traído las chicas de D. Joaquín”.

Que la camiseta tuviera un dibujo del puente de Londres era lo de menos, desde entonces toda la comarca rebautizó como jaggers a las camisetas de cuello alto.
A mi últimamente me pasa un poco lo mismo. Escribí un cuento titulado “Sin filtro” hablando de esas personas adorables que te encuentran por la calle y siempre aciertan a comentarte que has cogido unos kilitos, o lo monos y perfectos que son sus niños y lo fatal que se está portando el tuyo esa noche, esa gente que solo ve la paja en el ojo ajeno. Desde entonces si estoy estresada por mi menopausia de manual, advierto: “Ojo que no filtro” y esas cuatro palabras se han convertido en un clásico, que utilizan amigas, conocidas y a estas alturas, seguramente,  gente a la que no he visto en mi vida.
Me gusta que las expresiones tengan vida propia, que me invadan, aunque a veces sea  con faltas de ortografía, que se expandan y se contagien como un catarro.
Las Ecarri, a las que debo una historia completa, terminaron bien, muy bien incluso, una se dedicó a la política y es diputada autonómica, otra traduce novelas y vive en Milán y las dos pequeñas, siguieron con el negocio familiar y confeccionan prendas para Mango y Zara entre ellas muchos JAGGERS.

Dedicado a Carmen, a su lucha y a sus pocas ganas de reír, espero de corazón, que pasen pronto.

jueves, 8 de marzo de 2012

CELEBRACIONES

Soy tan afortunada que nunca he sentido necesidad de celebrar el día de la mujer.

A lo largo de mi vida siempre me he sentido respetada, tratada igualitariamente, apoyada, incluso admirada a veces. Mis jefes, todos hombres, me han pagado lo mismo que a otros compañeros, no me han exigido más y han sido casi siempre comprensivos y cercanos. Y no habría papel para describiros como mi pareja ha compartido, colaborado, mejorado y enriquecido mi vida, con total naturalidad, sin pararse a pensarlo.
Quizá por eso siempre termino olvidando las fechas  y no acabo de militante feminista.
Soy lo que se dice una privilegiada y puedo permitirme el lujo de no recordar que soy mujer y que hoy es mi día.
Sin embargo aquí mismo a tiro de piedra veo chicas que no quieren volver a sus países de origen porque sus maridos las maltratarían, “no mejor aquí, aquí esas cosas no se permiten, ellos no se atreven”, o veo imanes de mezquitas que llaman a la represión contra la mujer “en Europa tienen demasiada libertad, hay que someterlas”. (Me vais a permitir pero lo de los imanes me toca especialmente las narices y no acabo de comprender porque la policía no interviene de inmediato, para demostrar que aquí "gracias a Dios" esos comentarios son absolutamente ilegales). No vaya a ser que en estos tiempos convulsos donde cada día perdemos irremediablemente empleos o derechos, se nos termine yendo la libertad  por la taza del water.
Entonces pienso en esas mujeres que trabajan dentro y fuera solas, sin colaboración, con malos modos, que pueden llegar a ser vejadas de tantas maneras diferentes. Mujeres que crian hijos como pueden, haciendo equilibrios como yo, pero con una tristeza que me es ajena, con una fuerza que me es extraña, que les sale del tuétano. Y limpian, venden, operan, cocinan y se multiplican como los panes y los peces.
Hoy me acuerdo de ellas y de todas las que antes, perdieron sus vidas, salieron a la calle, y lucharon para dejar de sentirse ninguneadas y oprimidas.

Gracias a ellas, hoy, me puedo permitir el lujo de olvidar las fechas.

sábado, 3 de marzo de 2012

STEINWAY AND SONS

Mi madre cuenta que al príncipe Felipe nunca le invitaban a los cumpleaños de los niños de clase. El caso es que no me veo yo llamando a Zarzuela y diciendo: “Buenas tardes majestad, que voy a celebrar el cumple de Pedrito en un parque de bolas, que si quiere traerme al príncipe yo encantada y me lo deja y se va Vd. a sus cosas, a inaugurar exposiciones o botar algún submarino, lo que tenga Vd. pendiente y ya me lo recogen a ultima hora cuando les venga bien.
Como que no. El caso es que hubo un cumpleaños en el que participaba la totalidad de la clase a excepción del príncipe y el crío volvió llorando del colegio. La madre intentó calmarlo, explicarle que no todos los niños son invitados a cada fiesta, pero por lo visto no había consuelo posible. Al descubrir que el único que había quedado fuera era su hijo, no se lo pensó demasiado y llamó a la madre del cumpleañero para ver porque narices, el nene de turno, no había convidado a su príncipe azul. La mamá de Pedrito que todo sea dicho, debió cagarse ligeramente al recibir la llamada, le contestó titubeante que simplemente no habían sabido como invitarle, no es lo mismo enchufarle la tarjeta al vecinito del noveno que al príncipe de Asturias, pero que estarían encantados de que asistiera. Así que la reina “conduciendo ella misma su coche (Hola dixit)” se plantó en casa de Pedrito depositó al príncipe y se largó a lo suyo, que tampoco era plan de hacerse unos cafés con las madres de los amiguitos, una royal es una royal y el colegueo escolar no entra en la agenda.
Ser madre o padre es un trabajo difícil vacío de certezas, donde quieres preservar de todo mal, dar espacio, arropar, limitar, formar, disfrutar, donde el amor se te va por los poros de la piel y a veces te resta lucidez. Si tu hijo es tímido quieres que aprenda a abrirse a los demás, si es un terremoto como el mío, que aprenda a controlarse, deseas que sea feliz cada segundo de su existencia, que no sufra, que esté sano, que encaje, que saque buenas notas, sea despierto y hasta guapo y simpático, si es posible.
Quieres eso cada mañana y cada noche de tu vida y de la suya, aunque sabes que enfermará o sufrirá por amor, que tendrá desengaños. Pero siempre siempre buscas estar ahí para levantarle, para curar su rodilla después de una caída o su corazón herido. A veces quisieras bajarte como si fuera un tren, pero no hay paradas, es del tirón.Y cuando por fin te vas a la cama reventada por un mal día, te arrepientes de los cuatro gritos que le has metido por no querer hacer el deber  y te propones no volver repetirlo aunque sabes que lo harás. Y lo miras dormir y recuperas la paz. Los  errores se van. Y todo empieza de nuevo. Y continúas rezando y cruzando los dedos para acertar la mayoría de los números como en la primitiva, para que lo sembrado germine, para conjurar a la suerte.

Porque en todo lo que tocamos,
piel, objeto, corazón,
dejamos nuestro tatuaje

viernes, 2 de marzo de 2012

BLANQUEAMIENTO DENTAL

Ir al dentista me resulta siempre inquietante. No es que lo equipare con la declaración de Urdangarín, pero gustito gustito como que no da. Es algo que nunca viene bien, por el susto, por la pasta y por ese fondo musical chill out que me revienta los nervios.
Pese a la inspiración zen del decorador, la consulta y el buen rollo están reñidos. Ni las velas aromáticas, ni esos cojines ideales para los riñones, ni las coquetas butaquitas de cuero blanco. Lo que se dice una mierda. Así que después de saludar, que para eso una es muy mirada, me siento en el último rincón, cruzo las piernas y empiezo a sudar a mares.
Como no me veo con fuerzas de entablar conversación, me agencio con precipitación el Hola de la semana pasada. En los momentos delicados, sé por experiencia que es una apuesta segura.
Mi rictus se relaja una barbaridad, al descubrir con horror que Ana Obregón ha contratado los servicios del cirujano plástico de Michael Jackson. Y que su pómulo derecho está alcanzando unas dimensiones tales que le oculta por completo el ojo. Pero se la ve lozanamente retocada con el Photoshop y llena de proyectos, entre ellos le recomiendo de corazón, que se reinvente como cuadro cubista porque no tendría precio.
A continuación me recreo en “la sencilla a la par que elegante” boda de la hija de D. Amancio Ortega, que queréis que os diga, será la séptima fortuna del mundo, pero a mí el traje de la novia, me parece un camisón desbocado. Está claro que lo mío no es el glamour, pero estoy por pedir empleo como redactora, potenciaría mi vena cursi y puede resultar la mar de divertido.
Yo para decir memeces valgo.
Cuando escucho el “I will survive” de Gloria Geinor versioneado por un coro de monjes tibetanos, no aguanto más y me voy al baño. Las primeras estrofas y el retortijón han sido uno.
Al decorador aquí, ya se le fue la pinza del todo y cubrió paredes, techo y suelo con pizarra negra. El wáter igual de moderno que el resto, está incrustado en la pared y tengo que armarme de pericia para conseguir encaramarme a él. Cuenta con un ligero chorrito de agua impulsada hacia arriba (imagino que para limpiar mi culo) que ha terminado por ponerme perdidas las bragas. El problema es que no cae agüita hacia abajo, ergo la caca que acabo de hacer sigue en su sitio, primorosamente colocada.
Me convierto en una copia de Peter Sellers y busco locamente el puto botón que debe desplazar hacia la cañería el mondongo que he tenido a bien depositar.
Al mismo tiempo dos pacientes más aporrean la puerta - con escasa delicadeza - todo hay que decirlo (he de recomendarles con urgencia la lectura relajada del Hola, puede hacerles mucho bien). Por fin localizo un pequeño saliente que consigue arrancar la cisterna y siento una alegría liberadora, una especie de orgasmo pequeñito. Veloz como un rayo recompongo mi aspecto como Dios me da a entender – lo que incluye una limpieza de ano por los métodos tradicionales- y descorro el cerrojo.
Las dos señoras que esperan, victimas seguramente de la incontinencia, se precipitan dentro. Apenas tengo tiempo de comentarles que lean de cabo a rabo  la entrevista de Ana Obregon, cuando suena la beatifica voz de la enfermera:

“Amparo el doctor la espera, aparte de sus caries ¿¿le apetecería un blanqueamiento??. Estamos haciendo promoción en este tipo de tratamientos".
Definitivamente me quedo sin habla, cojo el bolso y me preparo para abrir la boca, sin posibilidad de escapatoria.