miércoles, 9 de junio de 2010

CERTEZAS ABSOLUTAS

El estudio de tatuaje tenía una sala de espera amplia y soleada. Una máquina de petacos intentaba despertar el interés de los clientes, mientras un sofá de cuero ajado y confortable, se situaba justo enfrente. Luís no lo dudó un segundo, apresuradamente se dejó caer sobre él, como si temiera que por sorpresa, le arrebataran el sitio.
Estaba contento, atisbando esa felicidad completa de sábado por la mañana, frente a un café con tostada. Impaciente y una pizca agitado cruzó las piernas dispuesto a esperar turno. Era el segundo tras una adolescente feucha que revisaba indecisa los libros de modelos, buscando con urgencia un rumbo hacia el que dirigirse.
Bajo el pantalón, en su cadera derecha, Rosa, acababa de estampar una firma segura y nítida. Eran 4 letras rotundas, esculpidas con el boli bic de anotar la compra que siempre ronda por la cocina.
Le había costado convencerla. “Mira que un tatuaje es algo definitivo y si nos separamos algún día, ¿que vas a hacer con mi nombre pegado a tu culo?”. El bromeaba diciendo que siempre podía buscar en las paginas amarillas alguna Rosalía a la que conquistar con premura. Pero ella no acababa de ceder, le parecía un compromiso gratuito, algo demasiado duradero que no iba con su pasado lleno de improvisación y giros malabares. Sin embargo él tenía la absoluta certeza de que aquellas 4 letras debían estar  allí hasta el día de su muerte, acompañándole, acunándole, librandole del caos, vibrando, mejor que cualquier anillo. Solidas como rocas. DEFINITIVAS.

Rosa halagada terminó por ceder, al fin y al cabo es una piel compartida. Firmó despacio dejándose llevar.

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