miércoles, 9 de marzo de 2016

TELMO EL DELICIOSO


Telmo es juguetón, dicharachero, inasequible al desaliento y muy charlatán. Si en casa se clava un clavo él debe capitanear la operación desde el centro mismo de la caja de herramientas. Qué decir de esas siestas al sol en su mullida camita. O de sus paseos sentado en nuestros hombros por toda la casa. Es capaz de jugar con su propia cola y si encuentra una pequeña pelota no tarda en lanzarla al aire con una habilidad aplastante para luego capturarla al vuelo. Come como una lima pero se ha quedado menudo y delgado, así que suelo malcriarlo con esas latitas misteriosas que son su perdición. Sabe diferenciarlas por marcas y sus maullidos de éxtasis ante las “delicias del océano” son dignos de reventar youtube.

Cuando llegó a casa era un bebé sin rumbo, durante más de un mes tuve que atender sus cólicos sin fin, su desparasitación, sus vacunas… estuve en un tris de largarme y dejar a mi marido y a mi hijo con toda la flora y fauna que nos rodea. Empecé a quererle a regañadientes, resistiéndome a entregarle el corazón, pero él listo como pocos se propuso conquistarme. Mi vida está llena de ronroneos, besos en el cuello y lametones en la punta de la nariz. Adoro especialmente cómo se arremolina entre mis piernas dispuesto a ver la televisión.

Su presencia es siempre risueña, campechana, lejos de mi añorada Muriel que no podía negar su origen aristocrático. Telmo es llano y vive en un descubrimiento perpetuo. El carro de la compra, la vecina, las camas por hacer, la aspiradora giratoria…
Su salud no ha resultado demasiado buena, es asmático y a veces se nos ahoga, por eso toda la familia debemos aprender a pincharle para abrir sus pequeños pulmones.

Telmito recibe de media unos cincuenta besos diarios y mordisquea desenfadado con la certeza de que le esperan el pienso compuesto y la latita de premio.

Su pasado de abandono en una caja de cartón queda ya muy atrás.


¿En qué demonios nos estamos convirtiendo?

5 comentarios:

  1. Buena pregunta, porque me dan ganas de contestar ¿en qué nos están conviertiendo?.
    Pero no. Es nuestra responsabilidad, y si a veces en mi camino ha habido piedras, rocas y alguna montaña y he conseguido sortearlas, ahora no puedo echar la culpa a los demás de esta conversión, cuya culpable soy única y exclusivamente yo.
    Mientras tanto Telmo, con su mirada tan inocente, como siempre, ajeno a nada que no le beneficie.
    Y yo mientras pensando en lo que me dejaron en cajitas en China...
    Hoy estoy melodramática, mejor corto.

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  2. Yo creo que no nos convertimos en nada nuevo. Creo que no hemos evolucionado demasiado desde la edad media. Nos engañamos bajo leyes y declaraciones muy bonitas como la Constitución o los derechos humanos, pero a la hora de la verdad ni respetamos la democracia ni respetamos al prójimo que se hunde en la mayor de las miserias.
    Un abrazo

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  3. Nos estamos convirtiendo en un pobre país que no es lo mismo que un país pobre (que al paso que vamos...)
    En un país de mentiras, saqueo y corrupción.
    En un país en el que algunos no entienden que lo que haya (una barra de pan o dos millones) hay que repartirlo entre los que lo necesitan sin mirar el color, la orientación sexual o de dónde han venido.
    En un país en el que la mayoría no asume sus errores ni dimite ni devuelve lo que se llevó...y, mientras tanto, contemplamos imágenes que nos rompen el corazón, no solo en los periódicos, también en la calle, a nuestro lado.
    A mí solo me consuela que hay mucha gente buena, que en lugar de desperarse actúa; de la manera que sea, que puede, pero actúa. La labor que no hacen los gobiernos es asumida por grupos de gente solidaria.
    El otro día me decía una de estas personas: "Pensar que uno puede hacer muy poco y no hacer nada por ese motivo es un gran error. Hay que actuar. Cada vez que uno de nosotros ayuda a otro, la situación cambia"
    Muchos besitos a Telmo

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  4. El problema es que no nos hace falta convertirnos en nada. Somos así, lo mejor y lo peor; y es lo peor de nosotroslos que se hace evidente en circunstancias como las actuales. Somos ¿humanos? o ¿in-humanos?

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  5. El problema es que no nos hace falta convertirnos en nada. Somos así, lo mejor y lo peor; y es lo peor de nosotroslos que se hace evidente en circunstancias como las actuales. Somos ¿humanos? o ¿in-humanos?

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