jueves, 15 de octubre de 2015

ORTOGRAFIA TRANQUILIZADORA


Recuerdo vagamente como hace unos veinte años Gabriel García Márquez confesó en una conferencia que la ortografía era un tostón. Le importunaban los signos de puntuación, las b y las v, las tildes o los paréntesis. El público que le escuchaba disfrutó sorprendido de aquella ironía sutil llamando a la rebelión ante las cortapisas que constreñían el castellano. Entretenidos pero con esa incomodidad que te producen las salidas de tono de los seres geniales debieron pensar: ¿Está de coña? ¿Se le está yendo la olla? ¿A qué viene esto?

A uno de los más grandes escritores del siglo XX se le perdona cualquier ocurrencia, pero una humilde aprendiz de quinta no puede ni debe prescindir de esa certeza tranquilizadora que da ver una h encabezando el verbo haber. Aunque lo mío no son las faltas gordas. El corrector de Microsoft ha hecho mucho por nuestra salud evitando que se nos abran las carnes ante un verbo echar escrito con h. Donde yo naufrago es con los signos de puntuación. Wambas un buen lector, siempre me dice que tengo que dejar fluir las frases y tiene más razón que un santo. Para mí las comas son como cojines las voy cambiando de sitio un poco al tun tun a ver dónde quedan mejor. Muchas veces corto el sentido o doy respiración al lector cuando acaba de arrancar, vamos lo que se dice un auténtico desastre. Si las comas se me dan mal no te digo nada los puntos suspensivos, abuso de ellos con el frenesí de una adolescente enamorada y en el taller de escritura creativa siempre me corrigen porque es en esos pequeños detalles donde un verdadero escritor se diferencia de un amateur. “Hay que rematar bien las costuras como una verdadera modista”, son adorables no pierden la esperanza de que con 51 tacos me haga repentinamente con el premio primavera de novela.

El signo de puntuación que peor llevo con diferencia es el paréntesis. Me resulta antipático, encerrando una información a veces trascendental para el desarrollo de la historia. Seguramente si tuviera dinero para tenderme relajada en el sofá de un psicoanalista, llegaría a la conclusión de que me siento atrapada en uno de dimensiones colosales porque en mi más tierna infancia tuve “x” carencias. Como no tengo un duro y me lo he de gestionar sola, deduzco sin ser una lumbrera que estoy encerrada y a punto de estallar. Una de las curvas se llama Amparo, tiene 89 años, ha perdido el rumbo y no quiere vivir. Y yo pese a que nuestra relación no ha sido un camino de rosas, siento un dolor profundo que me ahoga. La otra curva se llama Max y es un chaval hosco que se ha comido al niño risueño que dormía abrazado a mí. En medio me tenéis, intentando continuar.

Menos mal que me queda la certeza de la ortografía, pese a García Márquez que el Señor tenga en su gloria.


3 comentarios:


  1. Nunca hubiera pensado que el tema de la ortografía derivara en esto. Las últimas seis líneas son reveladoras.
    Hace seis semanas una amiga te decía en IG "Yo te empujo, Amparín. Tira para arriba". Yo te digo algo parecido: "Aquí me tienes para ayudarte a ensanchar las dos curvas del paréntesis y darte aire". Ni siquiera tienes que escribir una entrada, recuerda que no estás sola, que en el norte tienes una amiga.
    Un abrazo.

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  2. Gracias Utopía eres estupenda. Es un momento duro pero puedo con ello. Gracias por tu generosidad. Se que si voy hacia arriba he de buscarte!!! Abrazos

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  3. Se me había pasado esta entrada y lo siento porque además creo que es un post importante. El paréntesis que se abría desgraciadamente ha desaparecido para siempre. El que se cierra debe dejar de ser un paréntesis para convertirse en un signo de interrogación que te persiga todos los días de tu vida. Pero eso no es negativo ni tampoco lo contrario, simplemente "es" y hay que disfrutarlo y padecerlo. Es ley de vida, como la desaparición del paréntesis que abre.
    En mi opinión, los paréntesis en la narrativa pueden (y deberían siempre) guardar información importante para comprender el desenlace de las historias, detalles que no podemos pasar por alto para no perdernos matices que nos puede hacer reír, o incluso sentirnos inteligentes por haber captado el mensaje sutil. Por tanto, nunca subestimes el poder del contenido del paréntesis, puede que en él haya una chispa que debería ir marcada con rotulador fluorescente y con signos de admiración. Fíjate que incluso algunos sirven para ser protagonistas de mis aventuras. U know what I mean?
    Un abrazo

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