CARA B

¿Cuándo empieza la adolescencia? Según Wikipedia los cambios que acarrea el final de la niñez enseñan la patita a los diez años y terminan en torno a los diecinueve. Es decir, tengo a un puritito adolescente en casa. Con sombra en el bigote y algunas espinillas esto era algo cantado desde hace tiempo, pero a esos pelos que aparecen por todas partes ahora se han unido malas contestaciones, y unos cambios sorprendentes que nos llevan del amor al odio en segundos. Con 1,60 y casi un 40 de pie, todo el pescado parece vendido.

La otra tarde un compañero que como mí hijo discute a menudo con su madre, comentó que le gustaría tener una madre como yo, quizá porque cuando los llevo al parque y me preguntan sobre sexo les doy una clase magistral o porque los malcrío con donuts y batidos en la merienda.
Mi hijo con conocimiento de causa le respondió despacito: “No te creas, es que tú solo conoces la parte luminosa de mi madre”

Cuánta razón. Porque tengo un lado oscuro más grande que la catedral de Burgos. Donde se apilan agotamiento, desorganización, gritos a lo teniente O´neil cuando la paciencia de los mantras escasea y tantísimas cosas más. No es que busque la excelencia, esas madres perfectas que esconden cualquier problema bajo la alfombra o lo atribuyen a terceros, siempre me han causado pavor. Pero no dejo de preguntarme si mi “yo luminoso” será suficiente `para alumbrarle en esta nueva etapa.

Puestos a ser optimistas, me conformo con que mi cara A como en los anuncios de cremas faciales de la tele, le allane alguna de las arrugas del camino.