viernes, 9 de noviembre de 2012

ASADILLO CON ROSQUILLAS

Tengo metatarsalgia, es decir que los dedos del pie izquierdo, me duelen un montón. Hace un par de días que ando a la pata coja, con riesgo de pegarme un tortazo y romperme la cadera, sin cacería previa en Botsuana. Ahora con antiinflamatorios y zapatos de tacón (receta de mi médica de cabecera) voy mejor. Dopada, pero mejor. Sin embargo la mezcla de medicinas, me ha producido un par de noches de sueños surrealistas.
El de ayer fue especial. Antes de dormirme haciendo zapping, pille una serie de médicos donde una doctora con alzhéimer recobraba la lucidez temporalmente por un problema neuronal. Volvía a ser la de siempre, con su inteligencia, su mala leche, su agudeza. Dejaba atrás momentáneamente esa cara  desangelada, sus ojos cobraban vida, como cuando te operan de cataratas y después ves el ojo limpito. Las conversaciones fluían, su sentido del humor despertaba, en fin que su yo se restauraba.
Fue dormirme y verme en casa de mi suegra. Encontrar la mesa puesta, como en las mañanas de navidad, llena de los maravillosos platos que hace mucho olvidó guisar. Había asadillo, torrijas, potaje de garbanzos, tiznao, gazpacho manchego, rosquillas…
Y yo como entonces, me vi sentaba  dándole conversación en la cocina y ella me preguntaba “¿Estas bien hija?” “¿y el trabajo?” mientras trajinaba, esperando la llegada de todos. Enseguida aparecían sus nietas mayores, las niñas de sus ojos y una le contaba que ya es doctora por la universidad Humboldt de Berlín (ale con dos cojones) y la otra baila por media Europa y habla tres idiomas y es valiente y se busca la vida (con otros dos). Y a ella, sus ojitos traviesos se le encendían de orgullo, como las lucecitas del árbol de plástico del recibidor. Y la veía sirviendo toneladas de comida en cada plato, en aquella mesa grande, achuchando a los pequeños, preguntándoles por sus notas, por cómo se llama la maestra de este año, desempaquetando juntos un montón de regalos. Para mí un pijama de franela “es que es muy calentito hija, ya verás como así no te resfrías". Comentaba risueña los chistes de su hijo mayor, mientras se echaba unas gotitas de aquella colonia regalo de su hija, que dosificaría durante años desde la cómoda de su habitación. 

Estaba allí, había vuelto.
Al caer la tarde, en la entrada, encontré tres fiambreras, con asadillo, potaje y rosquillas, mis favoritos.
Por la mañana, el pijama de franela, estaba empapado de nostalgia.

Perdonad el estilo confuso de hoy, los sueños es lo que tienen.

2 comentarios:

  1. Los sueños, sueños son y tienen su propio lenguaje. Curiosa la receta de tu chamana de cabecera. Mientras funcione...
    Besitosh.

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  2. La verdad es que me recetó caminar cada día con un calado diferente para que el pie no se acostumbre demasiado a los vicios de un solo par de zapatos. Y como yo siempre voy con zapato plano, pues me comentó que probara a usar tacones unos cuantos días, de momento voy mejor y ya sin medicación!!!.
    Un abrazo Miguel, cuidate mucho.

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