viernes, 14 de octubre de 2011

CLASICOS DE AYER Y HOY

James Bond siempre pedía sus martinis secos ligeramente agitados y yo en los últimos tiempos, como poco, ando así. Debe ser cosa de la inestabilidad ambiental mezclada con la laboral, unida a una madre octogenaria en caída libre, aderezado con un hijo movidito en tercero de primaria y rematado por una menopausia de manual.
Me siento como un bombero apagando fuegos a diario, corriendo del colegio al trabajo, repasando horarios mentalmente, observando atónita como nuestro mundo es cada vez más de ricos y pobres y que termina entretenido comprando puerros que nunca come o planchando sin cesar.
Atrapada completamente.
Y vosotros diréis (con buen criterio) que bastante tenéis con lo vuestro, que soy una tía coñazo y que para leer penas os mudáis de blog.
¡¡¡¡¡Alto ahí!!!! Prometo enmendarme.
Vale que no puedo pagarme un tratamiento de masaje tailandés ni irme a Brasil a bailar la conga en Ipanema, pero digo yo que algo podré hacer.
Lo primero pasa por rebuscar en los cajones y rescatar mi viejo sentido del humor de donde quiera que esté. Hace meses que le he perdido la pista. Lo bueno del humor es que se parece bastante a un traje de licra, se adapta con facilidad al cambio de talla, es resistente en la lavadora y no pasa de moda con demasiada rapidez. Pero lo malo es que a veces resulta esquivo de encontrar, porque ocupa poco y si lo vas dejando, sin darte cuenta, acabas convertida en la abuelita más intransigente y solitaria del geriátrico.
Estoy preocupada porque con el cambio de armarios igual se me ha traspapelado y tengo que poner una nota en los periódicos: “Se busca desesperadamente sentido del humor, pequeño, gamberro, cuarentón, trasgresor pero sin demasiada mala uva. Señora chiflada de mediana edad recompensará con lo que se pueda”.
Pero no voy a ponerme en lo peor, seguro que aparece junto a los gorros de lana, las bufandas y el cesto de recoger setas.
Una vez localizado, la terapia de choque consiste en la lectura repetida en plan mantra de diversos pasajes de la “Conjura de los necios” y el visionado consecutivo de “la Vida de Brian” y “Aterriza como puedas” salpicado con algún capitulo de “Modern family” o “Seinfeld”.
Al principio las sonrisas son contenidas, tímidas y un poco roncas por el desuso, pero poco a poco vas entrando en calor y cuando menos te lo esperas ahí, agazapada en un rincón, está la primera carcajada, que se abre paso hasta el tuétano, desbordándose como un torrente.

Si me sacó del cáncer me saca de esta fijo.
Mañana lo pongo en práctica y os cuento.
Haré palomitas.

4 comentarios:

  1. Cariño, por un momento me has recordado al personaje de aquel libro tan fantástico: Momo.
    Parece que faltan horas para la felicidad, la paciencia, la alegría y la familia.
    Ya va siendo hora de sacar del baúl ese buen humor que tienes. Y si no encuentras la llave... ¿quién te puede ayudar a buscarla?. Seguro que hay alguien, seguro.

    ResponderEliminar
  2. Amparo, a mí me parece que si no encuentras ese buen humor que andas buscando es porque lo llevas puesto y no te has dado cuenta. Revísate a fondo y ya verás. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  3. Es importante tu actitud de querer encontrarlo. Así seguro que lo consigues. Muchos ánimos y amunt!

    ResponderEliminar
  4. Puedo corroborar que el sábado pasado, en un Mc Donalds del centro de Valencia, lo habías recuperado.
    Saludos.

    ResponderEliminar