miércoles, 21 de septiembre de 2011

EN TIERRA EXTRAÑA

Soy una privilegiada. Una completa privilegiada en realidad, tengo una salud aceptable, familia, amigos, casa y hasta un empleo (al menos por el momento y eso ya es mucho en los tiempos que corren). Sin embargo hoy estoy especialmente triste.
Es cierto que ahora por economizar entre otras cosas me he dado al “vintage”, osease que me compro ropa en mercadillos callejeros, eso sí procurando no perder ni un ápice de glamur, o ando reciclando tacones imposibles de mi época frívola, que escondo debajo de la mesa del trabajo. Me tiño el pelo con escaso éxito en el lavabo de casa y me depilo las cejas solo cuando pillo una oferta en cualquier salón de belleza. (Esto último debo replanteármelo la verdad, porque últimamente ando echa un cuadro). Apago luces a diestro y siniestro, raciono el agua de la bañera que mi hijo utiliza cual sirena cada tarde. Y repaso mi cuenta bancaria con lupa intentando eliminar cualquier suscripción que haya sobrevivido a mis tiempos de bonanza económica.
Pero mi privilegio pese a este venirme a menos, es inmenso.
Yo tengo mi lugar en el mundo, incluso más de uno. Mi vida se ancla a mi ciudad y a mi pueblo entre montañas. Nunca me he visto obligada por necesidad a cambiar el marco donde se desarrolla. Mis recuerdos, los años de formación, los amigos todo está aquí a tiro de piedra. No hay incertidumbre, ni necesidad de cambiar de decorado. Qué gran fortuna.
Hace un par de días supe que un compañero de cole de mi hijo, dejaba la escuela. Su familia azotada por el paro desde hace años ya no podía subsistir por más tiempo y volvía a emigrar. Esta vez se mudaban a Inglaterra, sin apoyos, sin conocer el idioma, sin formación, con varios hijos. Entendí la tristeza honda en los ojos de su madre, su sonrisa perdida a la salida de clase. Su terror a lo desconocido, a volver a empezar de la nada. Como una condena de eterna nómada.
Seguramente no sabré despedirme con un afecto suficiente que calme esa amargura, su sensación de perdedora sin rumbo. Pero hoy no he podido dormir pensando en cuando ese crio se enfrente a su primer día de escuela, sin entender ni conocer nada.

Porca miseria.

Hay países que nunca serán el decorado adecuado para la vida de sus habitantes.

3 comentarios:

  1. Por desgracia creo que solo es el comienzo. Pero quien sabe, quizás sea mejor escapar de esta vorágine de caida sin fin en la que nos vemos implicados clamando cual Mourinhos, ¿Por qué?.
    Un abrazo y ánimos

    ResponderEliminar
  2. Comparto tu opinión, perder mi empleo es solo cuestión de tiempo, que voy a hacer, que nos espera?? No hay rumbo o al menos yo no lo veo
    Otro abrazo.

    ResponderEliminar
  3. Quisiera decir algo pero no se que... mi futuro se ve oscuro, pero hay gente que nisiquiera tiene luz en el presente...

    es desesperante...
    Abrazos

    ResponderEliminar