lunes, 26 de septiembre de 2011

ELASTICIDAD

Ya sabéis por posts anteriores que no llevo especialmente bien lo de mis clases de yoga, aunque hoy más que de espiritualidad y estiramientos, quiero hablar de adaptabilidad, una cualidad estupenda muy poco valorada.
A mí me enseñaron en el cole cosas tan útiles como pedir turno y observar antes de opinar, ser puntual, comer de todo, agradecer las atenciones y sobre todo no generalizar. Esto último se lo debo especialmente a Dña. Rosario Alacaide, mi profesora favorita, que con un criterio atrevido para la época, igual nos llevaba a ver una exposición de pintura que nos hablaba del budismo. Siempre decía que nada es blanco o negro y que el gris podía ser un color muy agradable. Que debíamos intentar ponernos en el lugar del otro, que se debe tomar perspectiva ante una decisión o que las verdades absolutas dan mucho miedo. Nos encauzaba frente a las peleas, incluso sentando juntas en clase a las niñas que se llevaban peor (no sé si era muy didáctico, pera le daba óptimos resultados). Era extremadamente agradecida con los pequeños detalles y decía que debíamos tener amigos hasta en las puertas del infierno. Ella misma trabajó durante años ayudando a muchísimas prostitutas, recorriendo durante los 70 con total naturalidad, el barrio chino arriba y abajo.
Además de Historia del arte, Rosario me enseñó a ser mejor persona y salvo contadas excepciones, sigo poniendo en práctica sus consejos. Valorar las atenciones, filtrar y no liarla parda a las primeras de turno (aunque esto con la menopausia lo llevo un poco peor, todo sea dicho), observar para ser lucida, algo completamente fundamental como madre, solo quien conoce bien a sus hijos es capaz de potenciar sus virtudes y allanar sus defectos. Aceptar la vida como viene, con sus luces y sus sombras, e intentar extraer lo bueno donde esté y si tocan mal dadas, apechugar con toda la elegancia posible. Respetar el trabajo ajeno y no juzgar, (un día recuerdo que nos hizo recoger y fregar el comedor a toda mi clase, para que viéramos el esfuerzo que significaba).
Fue la primera persona que leyó mis escritos y le rogó a mi madre, sin éxito, que me permitiera ir a Barcelona para ser periodista. Han pasado más de treinta años y sigo agradeciendo su presencia en mi vida, porque me ayudó a intentar ser tolerante y saber adaptarme.
Dos virtudes que mucha gente no ha visto ni de lejos.
Hoy he presenciado un gesto poco elegante y no he podido por menos que recordar sus enseñanzas con una total añoranza.

3 comentarios:

  1. Esta magnífica profesora te dio muy buenos consejos para vivir en una sociedad civilizada y relativamente bien avenida pero, ay... la nuestra no es así y la frustración es constante.

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  2. Tu profesora te dio muy buenos consejos... si viviésemos en una sociedad civilizada y medianamente bien educada, cosa que desgraciadamente no es así y por tanto tenemos que buscarnos la vida como buenamente podamos y a veces las virtudes de la "buena educación" y la "cortesía", la "empatía" y la "compasión", hemos de transmitirlas a nuestros hijos con el convencimiento de que seguramente no siempre las podrán practicar, como nos pasa a nosostros.

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  3. Pues si pero pese a todo hay cosas irrenunciables ¿¿no???
    Beososos

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