lunes, 16 de julio de 2018

VERANOS


El viento entre los chopos, el melón en la fuente, chicharras de fondo, el olor a calle recién regada, el silencio ardiente del medio día, los “panquemaos” con barritas de chocolate lingotín, el camisón de hace treinta años que redescubres cada verano como segunda piel. Los gritos de los críos, un tractor al fondo, la lotería del Sagrado Corazón que nunca toca pero y si…

El vino con gaseosa, la horchata de la tarde, el paseo de última hora, la torrecilla mudéjar frente a mi balcón, subir al “terrao” con una cerveza para reír o llorar según se tercie.

El “coge una chaqueta para la noche”, las bicicletas apoyadas en el patio, las plantas selváticas de la vecina cuando hay procesión, las cremas de sol, las verbenas con bombillas redondas y calimocho.

El caserón silencioso, las banderas de las fiestas de guardar tan desteñidas, como la vergüenza de quienes debieron mantener su brillo. El huerto centenario con su sombra y sus malas hierbas, deseoso de un riego como los de antes con acequia y balsa.

Besos de tornillo en lo oscuro, excursiones con almuerzo y cantimplora, doscientos libros dispuestos a ser el best seller de tu vida, las velas en sus palmatorias por si se va la luz, San Roque a hombros de los “quintos” avanzando a un ritmo desenfrenado, las piezas del dominó chocando sobre las mesas de raelite. Las puertas abiertas, los cohetes de caña, las campanas sonando cada hora.

El alguacil y su trompeta, el timbre de la puerta cuando te vienen a buscar, los fantasmas amigables del último tramo de escaleras. La lechera de metal, las colas de la carnicería, la perra Estela, jugar a las cocinitas en la puerta de la iglesia. El regaliz negro y los chicles Bazoka, llevar los jueves el arroz al horno de la panadería. Correr de un balcón a otro para ver a la banda de música, pescar en el río, bañarte en las pozas, trepar por las rocas “definitivamente, siempre has sido un chicote”

Coger moras, caracoles o tomates para conserva, sentir el calor de la leche recien ordeñada...

Podría seguir eternamente, la melancolía de las tardes de verano es lo que tiene.

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