viernes, 13 de junio de 2014

GWYNETH

Hoy tocaba esperar sola en una cafetería. He empezado con la prensa del día optimista y dicharachera como viernes de guardar. A los siete minutos de bombardeo monárquico he tenido que ir al baño. La magnífica preparación de Don Felipe y el rictus inquietante de su señora me han revuelto el cuerpo, llamadme bolivariana pero me han entrado ganas de hacerme un referéndum de andar por casa y declararme independiente cual Ikea o Cataluña. Pero eso de estar rozando los cincuenta ha acabado restándome impulsividad y he pasado a los cotilleos que es lo mío. Dispuesta a abrirme en canal, he pedido al macizo camarero un cruasán con mantequilla –¿quien dijo colesterol?- que para eso acabo de aprobar mi última revisión hospitalaria.

Una vez liquidado el homenaje gastronómico he encontrado un artículo sobre Gwyneth Paltrow. Toda rubia, toda mona, toda vegana enseñando su delicioso hogar. Yo de raíz detesto a cualquier pareja de Brad Pitt, salvo a Jennifer Anniston por salada y porque fui fan devota de "Friends". Ósea que a la tía esta ni mirarla, pero el casoplón era mono y eso de tener una hija que se llama Manzana me ha parecido que merecía un profundo estudio sociológico. Dado que faltaba media hora hasta que empezara la reunión, he decidido adentrarme en el universo Paltrow.

Gwyneth no se lava a diario ni usa champú, gel de baño, o desodorante, y te lo dice toda fina y natural desde un sofá de 30.000 euros tapizado en lino egipcio 100%. Lo hace por las toxinas y salvaguardar el medio ambiente que para eso está ella muy concienciada con el planeta. En ese momento comprendo el tamaño de la mansión, las largas giras de su ex con Cold Play y agradezco que las fotos no contengan aroma. Apunto estoy de pedirme un carajillo cuando descubro que le habla con amor al agua mineral. Mi tía Manuela que tenía mucha mano con las plantas les cantaba copla, pero de ahí a tener que piropear a los dos litros de agua que me meto entre pecho y espalda, hay un abismo. Además que no me veo yo diciéndole “bonita preciosa carita de rosa” a mi botella de Lanjarón. Llamadme descreida, debe ser el medio siglo que me pesa y me resta iniciativa.

Su hija Manzana come una oreo a la semana. Esto merece capítulo aparte. Soy una tremenda desahogada pero ¿no es mucho más devastador para esa dulce criatura llevar el nombre de una fruta pomácea, que hacer un mix de palomitas, helados y oreos? ¡Uy! esto de rondar los cincuenta me está haciendo ver el fundamentalismo con mucha perspectiva, esta tarde me llevo a mi hijo y sus amigos al Burger King a darlo todo como si no hubiera un mañana.

Para colmo miss Paltrow que gasta una 36, cocina, habla tres idiomas aparte del que utilice con el agua mineral, hace yoga, viaja por todo el orbe difundiendo su saber y tócate las narices, en el pasado fue amiga íntima del príncipe Felipe.

Aquí siento un sudor frio en la espalda, me pido el carajillo, cierro la revista y cruzo los dedos.

Como diría mi abuela, que Dios nos coja confesados.