jueves, 22 de mayo de 2014

YA SE HAN IDO

Ayer tenía que hacer una foto de carnet a mi hijo para la matricula del cole. Lo llevé al lado de casa, le repeiné con saliva el flequillo en ese gesto ancestral de toda madre y en dos minutos habíamos terminado. Metí en el sobre la que me pedían y me quedé con las demás fotografías. Aunque no soy muy de llevar cuarenta fotos en la cartera, pensé colocar una de esas y justo en el instante que la introduje, la miré detenidamente por primera vez. Un chaval delgado, rubio con ojos claros enseñaba una media sonrisa. De repente me dio un vuelco el corazón, ¿Dónde estaba mi niño?, ¿Dónde los “mami te tero”?, ¿Las funciones de navidad disfrazado de reno?, ¿Los dientes y el ratón Pérez?, ¿A dónde habían ido a parar las rayas de su estatura en la pared o las mañanas de reyes?...

Llamadme burra porque lo veo a cada instante, veo como su ropa va quedando corta, su cama pequeña, ese cuerpo flaco estirándose como un chicle ocupándola casi por entero, padezco sus contestaciones, esos besos ya tan caros, pero todas las pistas juntas no me saltaron a los ojos hasta ayer mismo.

En nada irán al instituto, los amigos empezarán a borrarnos del panorama de un plumazo, los pitidos del wasap inundarán la casa, aparecerán granos y pelos quien sabe si por todas partes. Llegarán el estar en posesión de la verdad, la inseguridad y el amor, y aquel bebé regordete que una cuidadora rusa me plantó en los brazos, desaparecerá diluido como un azucarillo en café con leche.

Los desafíos serán más y mayores, también los miedos.

De repente siento tanto no haber sido mejor madre, no haber tenido esa paciencia adorable de Marge Simpson, lamento los gritos de sargento de hierro, esa ansiedad que toda malabarista profesional sufre en sus carnes.

Como dice una buena amiga, “se van”.

Habría que brindar por esa infancia feliz que termina, aunque permitidme que no lo haga hoy. Tengo dos paquetes de klinex esperándome en el baño.




lunes, 19 de mayo de 2014

VERGÜENZA

Estimada Sra. Bejarano,

He sabido por la prensa que es Vd. concejala del partido popular en Toledo. Ignoro cuál es su cometido, si se dedica a supervisar el estado de los parques y jardines o a organizar las fiestas patronales, en el fondo me da igual. Le dirijo estas líneas porque desde hace casi cinco años he decidido, a ser posible, ver el lado bueno de las cosas. Justo el tiempo trascurrido desde que fui paciente oncológica. Y me dirijo precisamente a usted, porque ha sido la única persona de su grupo que tuvo la decencia de quedarse en su puesto a escuchar lo que la madre de un niño enfermo de cáncer tenía que contar. La única que no se movió, la única a la que le importó oír lo que todos los que batallamos en hospitales sabemos: “los recortes están superando los abismos más peligrosos”, la única en definitiva, que ese día se ganó el sueldo. Quizá sabe lo que se siente, quizá lo ha experimentado en sus carnes, o en las de algún familiar, quizá simplemente es usted buena persona.

Me da igual que haya vendettas políticas detrás, me va a perdonar pero a estas alturas del partido, todos vamos intuyendo la catadura moral de muchos de Vds. profesionales de la política bipartidista de esta democracia de pandereta. A una madre de un hijo con cáncer hay que escucharla SIEMPRE, por humanidad, empatía, sensibilidad, responsabilidad, podría enumerar mil razones, levantarse a la voz de su amo y largarse de un pleno donde esa mujer iba a desgranar la tragedia de su día a día, es una canallada. Voy a cuidar el vocabulario no vaya a ser que alguien tenga la genial idea de colgar esto en twitter, me aparezca la policía nacional en casa y termine con mis huesos en comisaria.

Usted Sra. Bejarano no moviéndose del asiento, demuestra al menos atisbar como de sobrepasados estamos por las circunstancias. Quizá también es capaz de intuir nuestro hartazgo, esa gota malaya de cada mañana. Soy mujer y en unos meses cumplo cincuenta años, nada más lejos de uno de esos anti sistema que les dan tanto miedo. Me siento avergonzada de muchos de los políticos que me representan, de lo que han hecho y de cómo continúan con la ceguera de querer ocultar errores, de culpabilizar a otros y de no enmendarse. Pero cuando uno cree que ya ha lo visto todo como en el circo, aparece un “más difícil todavía” y de nuevo la cagan y sin ser bastante con eso, remueven la mierda.

Tienen en sus manos una bomba de tiempo y lo saben. Cuiden sus palabras, cambien actitudes, miren a los ojos a todas y cada una de las madres de niños con cáncer a las que representan, arrinconen a los corruptos que pueblan sus organizaciones a la primera, sin temblarles la voz, de manera irrevocable. Ábranse en canal si es preciso para regenerarse, limpien hasta el último rincón, gánense el sueldo, porque si no, mucho me temo, que de una u otra forma están condenados a desaparecer.

Si me permito la libertad de reflexionar con usted, es tal vez para indicarle desde fuera como pinta el panorama, ya se sabe que dentro uno percibe las cosas de otra forma y puede faltarle algo de perspectiva. No pierda una palabra de vista, re-ge-ne-ra-ción, es básica y esencial para TODOS los profesionales de la política.

No me voy a recrear en sus vergüenzas, ya le he dicho que desde que me batí el cobre en oncología intento ver el lado bueno de las cosas. Si no quieren acumular aún más descrédito, abran los ojos y asuman responsabilidades, en su mano está.

Gracias, si a estas alturas de mi carta, todavía continua leyendo. Tal vez sigue ganándose el sueldo, como hago yo con el mío, recortado ya en tantas ocasiones. Le ruego de traslado de mis recomendaciones no solo a sus compañeros de partido, ya le he reiterado que mi desprecio es hacia la “casta”, no hacía unas u otras ideas.

Como dice mi sobrina háganselo mirar con urgencia y si no, no se sorprendan con los acontecimientos que nos esperan en el futuro. No tengo una bola de cristal, aunque con salir a la calle es suficiente para percibir que muchos no van a resultar del todo agradables.

Le agradezco nuevamente su atención.

Atentamente.